A la vista del mundo somos escoria. En el fondo del corazón reside sólo odio y decepción. Las llamaradas de fuego emergen del centro del mundo cual dolor asciende por el torrente de la mente.
Solos y desamparados en un mundo de villanos. Hambrientos, sedientos, muriendo por algo que el mundo entero a gritos está pidiendo. Soledad, un abismo sin fin en esta condena que debemos vivir.
Vivir. Vivir es solo la excusa para odiar. Odiar en un mundo que no existe. En un universo en el que el dolor, el odio y la masacre gobiernan, solo estamos en este lugar para odiar...y hacernos débiles y doblegar ente el mal.
¿El mal? ¿Acaso se puede definir algo como "malo"? ¿Quién decide lo que es malo? ¿Y lo que es bueno? Sólo las personas podemos definir y separar al bien del mal, solo las personas. Pero, ¿que personas? Estamos atrapados en un mundo de calumnias, en un mundo inexistente, soñando con algo inalcanzable, viviendo una mentira con un áspero sabor a libertad.
Y la libertad, nos preguntamos ¿qué es la libertad? ¿Acaso libertad es vivir bajo el mandato de otros hombres y mujeres? ¿A expensas de lo que ellos decidan? ¿Es vivir en una sociedad que nos limita a hacer sólo lo que ellos consideran “bueno”? ¿Es vivir bajo una dictadura casi invisible? Pero que está ahí, que nos convierte en simples borregos siguiendo a la manada. Nos convierte en personas sin alma ni pensamiento, como los muñecos de un titiritero. Nos convierte en títeres de una sociedad opresiva y dominante en las sombras, porque no quiere dar la cara y aceptar las cosas tal como son. Tal como es ella.
Llegados a este punto, nos preguntamos cuál es el camino para conseguir la verdadera libertad. Unos la encuentran en la fe, otros la encuentran en su trabajo, en sus amigos, su familia…
Yo, por mi experiencia y por mi razón, he decidido que la mejor manera de conseguir la libertad absoluta, la más pura libertad, es sólo la muerte.
La muerte pues se ha convertido en mi camino, en mi meta, es lo único que deseo y que merezco conseguir para poder escapar de este mundo infestado de corrupción, de mentiras y de dolor.
Es la muerte por tanto mi único deseo, un deseo que tarde o temprano se cumplirá. Un deseo inevitable y dulce que me hará llegar a saber qué es la verdadera libertad.
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